15 de juliol 2009

¿A cuánto está el kilo de humillación?


Muchas veces dudo en concepto de qué cobramos los arquitectos. La respuesta, que parece obvia, no lo es
.

Voy a referirme en este artículo a un tipo de cliente, el particular, el que quiere construir su casa, reformarla o montarse una tienda. Como es obvio éstos vienen al despacho con unas ideas prefijadas respecto a la casa que quieren. De esas ideas y de las primeras reuniones se consigue saber qué es lo que necesitan. Habitualmente el proyecto final difiere mucho de la idea que tenía el cliente en un principio, pero acaba contento, pues recoge su necesidad, de la cual se ha extraído el máximo partido funcional, estético y de relación con el entorno.

Pero a veces te encuentras con un cliente no permeable. Es aquel que simplemente busca tu firma. Es el que no te escucha ni tiene en cuenta tus conocimientos. Es aquel que ignora qué tipo de profesional está contratando (él le llaman hacer unos planos). Suele ser orgullosamente idiota.

Al principio, como buen profesional, intentas rebatir con argumentos fácilmente comprensibles con tal de que en un futuro no se pueda arrepentir de las decisiones tomadas. Yo particularmente, me rompo los cuernos en hacerlo, pero llega un momento en el que este cliente dice basta, pago yo y se hace lo que yo digo. Y al día siguiente aparece en el despacho con una distribución plagada de barbaridades, con una muestra de teja de pizarra para un edificio en primera linea de mar o alguna otra estupidez por el estilo.

Nunca me ha pasado hasta ahora pero siempre hay una primera vez. Y parece ser que el momento ha llegado y está llamando a la puerta. ¿Debes dejar a un lado tu faceta de creador y sacar solamente la de ejecutor?, ¿debes limitarte a cumplir ordenes del que paga y hacer una gran mierda con tu propia connivencia, a hacer un trabajo mecánico y cobrar por ello?, ¿debes realizar un trabajo que desearías firmar con seudónimo y que ni por asomo (o solo después de horas de photoshop) pueden aparecer en tu currículo?, ¿debes cobrar por humillarte?. Quizás los honorarios en estos casos deberían ser mucho más altos.

2 comentaris:

  1. Depèn del moment, la necessitat i la importància del projecte.

    Crec que el millor moment d'un autònom o d'un empresari arriba quan es pot permetre dir que no a segons quins projectes.

    Si necessites els calers, endavant. Després és una opció barata no posar-ho al curriculum.

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  2. Pos que quieres que te diga...
    El cliente, aunque tenga ideas de baratillo y este equivocado de remate, tiene derecho a financiar con su dinero su proyecto.
    Si pudiera hacerse el mismo los planos y poner "la firma", seguro que lo haria, pero como no es posible acude a un profesional que si tiene ese poder.
    Creo que hay que respetar incluso los errores de los demas, que por mucho que sepamos y tengamos mas talento para ello, el que paga y el que va a vivir alli es el, asi que...
    Si tan ofensa es que te puedan asociar a esa obra, declinas el trabajo y a otra cosa mariposa. :-P

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